Thursday, December 14, 2006

La vida es bella. Si, ya se, ya casi se cumplen diez años de que salió la pelicula y yo apenas la vi completa el domingo pasado. No creo que la haya podido absorver si la hubiera visto antes. Ya saben como son los momentos y los ciclos.
Ahora comprendo porque Spielberg criticó la pelicula y salio molesto de la sala de exhibicion. Spielberg es el judio enojado, el que busca justicia por el pasado, es incapaz de soltar el coraje, la duda y la critica. No puede imaginar, no concibe la idea siquiera, de escuchar una risa dentro de un campo de concentracion. No logra apreciar la belleza de la vida en un espacio tan lleno de muerte por que esta absorto en ver esta y no aquella. A Benigni no le importo mostrar la muerte, la hemos visto antes, la vemos diario. Mientras Spielberg necesito de mas de dos horas para mostrarnos el horror y el drama del holocausto en su Lista de Schindler; Benigni ocupo de una escena de escasos minutos donde se logra ver una masa de siluetas, cadaveres amontandos entre la niebla, una montaña que se percibe gigantesca ante un Benigni diminuto con su hijo en brazos para hacer la misma pregunta que Spielberg en dos horas: - que puede un hombre hacer frente a tan desenfrenado odio? La respuesta de Benigni es clara: Vivir.

Vivir de neta no a medias y con condiciones. Vivir la risa y el mero goce de estar vivo. Vivir la compañía de quienes nos rodean. Asi de destruye al fascismo, a la indiferencia, a la apatia y al enajenamiento. Pues nada es mas insultante para el odio que gozar de la vida frente sus narices. Asi natural y sin pretenciones, vivir porque se esta vivo y no porque se pretende serlo.
Vivir los instantes, los momentos, los eventos. Que a fin de cuentas eso es la vida, una cadena de instantes fugaces, dulces y amargos, cargados de posibilidad, llenos de humanidad y ternura... si se los permitimos.
Claro que la muerte y el dolor no estan excentos en la pelicula, pero no es necesario verlo, lo percibimos, lo olemos, lo escuchamos, lo sabemos. El fin esta siempre presente, llega justo antes de los comienzos. Van acompañados, uno del otro, las dos partes opuestas de los momentos, la llave y el cerrojo.

Al final su personaje nos deja, nos es arrebatado por ese mismo desenfrenado odio que pretendia detener. De que sirve entonces? si una vida tan valiosa puede ser arrebatada asi de facil y sin consecuencias? Si ese mounstro puede, a pesar de los mejores intentos, seguir devorando las infancias. Sirve porque no dejamos que devore nuestras almas, para que no nos arrebate lo que nos hace humanos sensibles a nuestro paso por el mundo, para que no caigan a sus pies silenciadas nuestras voces, nuestros cantos, nuestras plegarias y rezos, nuestros recuerdos y nuestras risas. ...mil puntitos para morirnos de risa.

Ya lo dijo Sabines, Dios creo la muerte para que ni tu ni yo fueramos eternos, sino la vida, la creo para que la vida fuera eterna. Y esa vida es bella.