Friday, February 01, 2008

He decidido que mi sombra no existe, más bien lo que no existe es el cuerpo que la proyecta. No es una decisión tomada asi, a la ligera, como otras tantas que han sido tomadas a lo largo de esta historia. Y porqué la sombra se preguntaran? Olviden la sombra, me refería al cuerpo que la proyecta.
Y no, no es esto una negación del físico, sino todo lo contrario. Al aceptar que mi cuerpo no existe acepto entonces la incapacidad absoluta de cambiarlo, de amoldarlo, de torturarlo hasta que se cristalice en la imagen perfecta que afanosamente muestran las revistas homoeroticas. Acepto de igual forma que es inutil el intentar seducir o ser seducido por una caricia, un roce, un contacto. De que otra forma entonces he de ser seducido? No lo se, ya vendrá quien encuentre la manera; con un soplo quizás o un rayo fulminante, un sueño ensordecedor, un instante. He de ser seducido a caso por una medida de tiempo? O dentro de una, o a pesar de ella?
Si he de ser yo el que niegue mi cuerpo, que sea alguien más quien lo afirme, quien le encuentre y reclame, que al cabo las extensiones, dobleces, rincones y pasillos que conforman este cuerpo (que a partir de hoy ya no existe) estan en espera de ser explorados.